La doctora Salas es la Jefa de cirugía ortopédica y traumatología en el Hospital Gregorio Marañón y cuenta con más de veinte años de experiencia en el cargo. Hoy viernes es un día tranquilo debido a que muchos madrileños han optado por aprovechar el largo fin de semana de puente en busca de tranquilidad en las playas o en sus lugares de residencia.
Casi al final de su jornada recibe el aviso de que acaba de ingresar en urgencias un hombre de cincuenta y cinco años víctima de un accidente de tráfico, en el que los bomberos han tardado más de una hora en rescatarlo del amasijo de hierros. Rápidamente llama a todo su equipo quirúrgico para que se traslade al quirófano. El paciente sufre politraumatismos severos en extremidades inferiores y en el tórax que necesitan una intervención rápida. Ha perdido mucha sangre y ordena una transfusión urgente. Luego, durante más de cuatro horas lucha por salvar su vida operando en ambas piernas debido a los destrozos en huesos y resto de tejidos. Tras entubarlo y estabilizarlo manda al responsable del siguiente turno que le mantenga informada de su evolución.
Cansada y agotada se dirige a su casa. Son las once de la noche de una jornada que debería haber sido tranquila pero en esa profesión nunca se sabe y en todo momento has de estar preparada para cualquier emergencia. Se da una ducha y come algo aunque sin apetito. Poco antes de acostarse mira en su tablet las últimas noticias y una de ellas le llama poderosamente la atención: “Un kamikaze de 55 años que circulaba en dirección contraria durante 16 kilómetros ha provocado un brutal impacto contra otro coche a consecuencia del cual han fallecido el conductor de 25 años y su novia de 23. El kamikaze ha ingresado con heridas graves en el Gregorio Marañón”. La doctora Salas tiene sólidas creencias cristianas pero tras leer la noticia algo se le remueve por dentro y apenas consigue dormir. Es consciente de que ha cometido un error de manual; antes de acostarse deben evitarse las bebidas estimulantes, las películas violentas y las noticas impactantes.
Nada más levantarse llama por teléfono. Le responden que el paciente se encuentra estacionario dentro de la gravedad. Tras desayunar y estudiar detalladamente la situación se dirige al hospital, donde mantiene una larga entrevista con Salcedo, el médico forense amigo suyo. Son momentos críticos, también para ella, que vive una constante zozobra interior.
Finalizada la entrevista se encamina hacia la habitación donde se encuentra el paciente para comprobar por sí misma su estado. Un policía monta guardia a la puerta, ella se identifica y le deja pasar. Minutos más tarde sale del hospital y se dirige a su coche con pasos ágiles y decididos. Coge el teléfono y marca el número de su parroquia. Desea confesarse. Sabe que el Padre Carmelo siempre tiene un momento para ella.