Tal y como suele ocurrir en la vida,
a todo inicio le corresponde su final, en este caso literario, aunque tengo que
decir que yo nunca imaginé que mi viaje fuera tan largo y fructífero. Empecé
este blog unos meses antes del inicio de la pandemia y, lo que en un principio
pensé que sería algo coyuntural, se convirtieron en cuatro años (cuarenta y
ocho meses consecutivos), de contar historias, cuentos, microrrelatos y
vivencias, casi un centenar. Confieso que he disfrutado mucho, hasta el punto de
que a veces me levantaba de la cama de madrugada con el fin de añadir la frase
adecuada o para sustituir una palabra
que no se ajustaba a los que yo quería expresar.
Quiero aprovechar
y dar las gracias a quienes han tenido la paciencia de leerme; han sido dos mil
visitas, correspondientes la mayoría a familiares y a mi círculo de amistades
más próximo las que se han acercado a este blog sin el respaldo y difusión de
las redes sociales. Imagino que mucha gente que desconozco se habrá colado en
el universo de internet, porque de otra forma no me salen las cuentas.
En estos momentos
ignoro qué nuevo reto vendrá después, pero ante todo debo decir que el hecho de
escribir me mantiene despierto y activo. Crear historias me parece siempre
fascinante, saber contarlas es algo mágico. Yo solo soy un advenedizo, un aprendiz cuyo único mérito consiste en ser perseverante
y tozudo. La historia de la humanidad es la capacidad que han tenido todos los
pueblos de crear narraciones maravillosas, desde “Las mil y una noches” de
persas y árabes y la influencia que han ejercido en Occidente, pasando por los
clásicos Chejov, Poe, Wilde, London, Dickens y tantos otros hasta los cuentos
infantiles y canciones de cuna de nuestros días. A veces me preguntan si
lo que escribo son hechos reales o
ficción. La ficción no resta valor a la escritura o a un género literario, al
contrario. Estamos demasiado acostumbrados al cine cuando nos dicen que tal
historia “está basada en hechos reales”. Las que no lo están ¿pierden valor? En
absoluto, no son reales pero pueden ser verosímiles.
Cierro este blog
con la esperanza de que hayáis disfrutado o, al menos dejado sorprender por algunas de las propuestas. También para
mí ha sido una experiencia positiva. Nunca hubiera imaginado que pudiera tener
lectores en lugares tan dispares como Guatemala o Canadá. Estoy convencido de que todo el mundo tiene una historia para
contar; si no lo hacemos es por alguna barrera que nosotros mismos nos hemos
autoimpuesto. Yo también la tenía hasta que me liberé de ella. En todo caso fue
un placer compartir estos buenos momentos. Saludos.
Como dices, todo tiene un principio y un final pero es una pena que éste haya llegado ya. Ha sido un placer leerte.
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