jueves, 30 de noviembre de 2023

Nueva religión*

 

     Ya nos habían advertido que aquel profesor nunca defraudaba ni dejaba indiferente a nadie. Ocurrió hace un año aproximadamente en clase de Sociología. El profesor, mucho más joven que nosotros, con vaqueros, barba y pelo largo, nos contó que él no estaba allí para enseñar, que posiblemente nosotros, sus alumnos, sabíamos más que él, sino que su labor era la de despertar algunas conciencias a través del pensamiento crítico de la realidad en la que vivimos. Acto seguido nos preguntó cuál era el medio más influyente en nuestro  entorno social y cultural. Algunos le respondieron que el cristianismo, otros que el islam, etc.

     —Frío, frío. El asunto no va por ahí —dijo con una sonrisa mientras se paseaba por la clase. Algo tramaba, estuvo un buen rato paseando entre las mesas con las manos en la espalda mientras esperaba oír alguna nueva respuesta.

     —Internet, las redes sociales —aventuró otro, seguro de dar en el clavo. El profesor volvió a negar con la cabeza.

     —Yo creo que el teléfono móvil —insinuó un tercero.

     —Tampoco —fue su respuesta.

     —La globalización —preguntó un cuarto.

     El profesor, después de pensar unos segundos respondió.

     —Bueno, eso podría ser consecuencia de algo anterior. Hoy en día lo llamaríamos efecto colateral, pero tampoco es eso.

     Nos miramos unos a otros  mientras nos observaba con gesto divertido.

     —Alguna sugerencia más o se rinden ustedes.

     Después de algunos segundos de duda, una compañera que estaba en las primeras filas intervino.

     —Vale, nos rendimos.

     El profesor se quedó en pie frente a la clase. Todos le miramos con expectación, como el público que, ansioso espera el truco que el mago está a punto de realizar.

     —No señores, el medio más influyente en nuestro entorno se llama Mercado. Y cuando hablo de mercado me estoy refiriendo a fuerzas anónimas, sin rostro ni domicilio fijo, ninguno las ha elegido pero tienen mucho poder y nadie es capaz de limitar, controlar o guiar. Es un dios invisible, pero de una gran influencia en la vida de todos nosotros.

     Ante las caras de extrañeza que vio en nuestros rostros siguió hablando.

     —Sí, han oído bien y todos, en mayor o menor medida, pertenecemos a esa religión. Como el resto de creencias, ésta también tiene sus rituales, sus sacerdotes y propagandistas, solo que estos no usan ropajes llamativos; visten a la manera occidental y por supuesto tienen sus códigos, controlan la inmensa mayoría de los medios de comunicación y hasta las mismísimas aspiraciones de la mayoría social. Su primer mandamiento es el Consumo. Por supuesto también tienen sus teóricos, las universidades más prestigiosas, sus escuelas de negocios y sus dogmas. Muy de vez en cuando surgen crisis pero siempre salen fortalecidos de ellas. El Balance y la Cuenta de Resultados es el punto final, cuyo máximo objetivo se llama Beneficio.

     Nos miramos con gesto entre divertido y de sorpresa. La verdad es que tenía más pinta de líder estudiantil que de profesor universitario. Siguió hablando.

     —Al igual que el resto de religiones, tiene sus lugares de culto, el principal de ellos es la Bolsa o, si lo prefieren ustedes Wall Street. Allí fijan las miradas sus ministros y valedores con el fin de observar cómo van sus cotizaciones.

     En ese momento el compañero que estaba a mi lado exclamó.

     —Pero existe una diferencia fundamental. Esa religión como usted la llama, no promete ni cree en otra vida después de la muerte.

     —¿Quién ha afirmado eso? —dijo levantando la cabeza. Mi compañero levantó tímidamente la mano. A grandes zancadas se aproximó hasta casi tocarlo.

     —Tenga usted la completa seguridad de que si pudieran vender parcelas de cielo  en cómodos plazos lo harían —afirmó provocando las risas de toda la clase. Siguió hablando.

     —Como rasgos distintivos del Mercado podemos citar dos. De una parte, la falsa sensación de felicidad que nos proporciona el hecho de adquirir determinados bienes y de otro su voracidad, nunca es suficiente, siempre quiere más. Por lo demás, si algo caracteriza a nuestra sociedad es el miedo y el miedo provoca incertidumbre. Miedo a que nos quiten lo nuestro, miedo a lo desconocido , a lo que viene de fuera. El miedo se ha convertido en una nueva mercancía de consumo y se ha sometido a las leyes del mercado.

     —Alguna pregunta más? —dijo levantando la mirada a toda la clase.

     Todos nos quedamos en silencio. Acto seguido consultó su reloj. Era la hora de terminar. En efecto, en su primera clase el profesor no había defraudado.

 

    

     *Con este nuevo relato retomo mi blog. Quienes tenemos inoculado el virus de escribir, no podemos evitarlo. Mi vida se vuelve errática y confusa.

2 comentarios: