jueves, 25 de marzo de 2021

Microrrelato

    Una pareja de veinteañeros pasean sonrientes por la playa cogidos de la mano. No sabemos sus nombres pero tampoco importa, son jóvenes y se les ve felices. A poca distancia una señora que ocupa una hamaca junto a la orilla, se vuelve para contemplarlos, quién sabe si con una pizca de envidia. Son los únicos ocupantes de una playa sin bañistas y con algo de oleaje, donde se adivina el fin de la temporada de verano. La imagen es la foto de portada de un libro que estoy leyendo. Cuerpos bronceados rebosantes de vida en una playa desierta donde se respira libertad. 

     Siento curiosidad y me pregunto qué habrá sido de la joven pareja teniendo en cuenta que la foto fue tomada en 1960. ¿Se habrían casado? ¿Vivirán todavía? Ellos ignoran que esa instantánea la contemplarán miles de lectores que tal vez se pregunten lo mismo que yo. Esos jóvenes que sonríen despreocupados ajenos a cuanto les rodea hoy serán octogenarios. Volver la vista atrás para contemplar una imagen de juventud es una dura prueba que en un momento dado a todos nos depara la vida. Para algunos será un recuerdo idílico, para otros una añoranza del pasado. Pero en todo caso, para casi todos, resulta una imagen hasta cierto punto cruel.

     Por cierto, el libro se titula Cásate conmigo, de John  Updike.

domingo, 14 de marzo de 2021

Cita a ciegas

     Dos jóvenes teletrabajan desde sus respectivos domicilios. Ella tiene treinta y dos años, él veintiocho. Son vecinos, pared con pared, pero no se conocen entre ellos, ni siquiera de vista. Cada uno oye sin querer las conversaciones del otro. A raíz de la pandemia, desde hace un año sus casas  son la oficina. Las conversaciones son casi siempre de trabajo, pero también hay momentos de relax, llamadas a amigos, planes de fin de semana o de vacaciones, etc. 

     Ella es diseñadora gráfica. Él pertenece a la Junta Directiva de Greenpeace España. A veces ella suele hablar  alto y molesta a su vecino pero él no la interrumpe ni le da en la pared porque al mismo tiempo fantasea con ella. Le gusta escuchar su acento sudamericano, su cadencia, sus giros y expresiones... Un día ella da su dirección de correo a alguien para que le envíe algo relacionado con el trabajo que está realizando. Él lo copia y al día siguiente ella recibe un correo: "Hola, soy tu vecino. No pretendo inmiscuirme pero escucho todo lo que hablas. Si quieres privacidad habla por favor un poco más bajo. Espero que no me guardes rencor". A partir de ese momento empezaron a cruzarse los correos.

     —Lo siento si te molesté. Tengo que aguantar a mi cliente, un tipo pelotudo y a veces me enojo con sus caprichos.

     —Eres uruguaya?

     —Sí. Y vos cómo lo sabés? La gente nos confunde con los argentinos.

     —No lo sabía. Acerté de casualidad.

     —Me presento. Soy Luz Divina y mi trabajo es diseñar páginas web.

     Él dejó de teclear y estuvo pensando un rato. Era el nombre más raro que había oído en su vida, claro que   no quiso decir nada porque el suyo también lo era.

     —Encantado de conocerte. Me llamo Gedeón. Y qué hace una uruguaya en Madrid?

     —Mi papá es diplomático. He vivido en Toronto, Estocolmo, Kuala Lumpur y ahora acá. Recién se ha jubilado y quiere que volvamos a Montevideo pero yo prefiero Madrid. Es una ciudad linda para vivir. ¿Y vos de qué trabajás?

     —Busco financiación para los proyectos y campañas de Greenpeace. A veces me siento un agente comercial o un pedigüeño y en ocasiones me asaltan dudas de  si mi labor realmente sirve para algo. Siento luchar contra corriente por lo poco que se avanza.

     Llegados a este punto ella tiene un momento de duda. No sabe si seguir adelante o cortar. Está cansada de dar tumbos por el mundo,  de las relaciones de pocos meses o a lo sumo de un año, y lo que desea es establecerse por fin en un sitio. Siempre ha sido una mujer decidida y en estos momentos  tiene una corazonada.

     —Mirá. Mañana dan una fiesta en la embajada a Pepe Mújica, ex presidente de mi país. Acudirá la prensa y también políticos y gente del cine y del espectáculo. Te gustaría acompañarme?

     El se quedó sorprendido por lo insólito de la invitación. Aquello tenía toda la apariencia de una broma pero ¿qué podía perder?, le dijo que sí. Sentía curiosidad por conocerla y además tal vez tuviera la suerte  de contactar con gente influyente de cara a sus objetivos.

     El uso de la mascarilla no fue impedimento para que ellos conectaran rápidamente. Una vez en la embajada ella le presentó a algunas autoridades. A los discursos le siguió una pequeña fiesta en una zona ajardinada. Gedeón logró contactar con el directivo de una importante empresa de energía eólica que pareció sumamente interesado en su proyecto. Tras la fiesta y aprovechando la bonanza de la noche, volvieron andando hasta sus domicilios, ella rememorando sus vivencias en el país asiático y él recordando su experiencia en una zodiac tratando de entorpecer las labores de un ballenero.

     De esta manera fue como Luz Divina y Gedeón se conocieron. Año y medio después tuvieron un hijo, y al  siguiente viajaron  a Montevideo para que los abuelos conocieran al nieto.  A la vuelta abandonó Greenpeace y ahora es agregado cultural de la Embajada de Uruguay en Madrid pero esa, amigos lectores, ya es otra historia.