lunes, 2 de diciembre de 2024

Tradiciones

 

     Desde hace algún tiempo varias son las costumbres importadas en los últimos años desde Norteamérica que han llegado hasta nuestros lares: Halloween fue quien desembarcó primero, llenando de ridículas calabazas las tiendas del suelo patrio. Le siguió la tabarra del Black Friday (¿recordáis el lema?  sé patriota ¡consume!) y, para que la dicha fuera completa, según he leído recientemente, ahora amenazan con lo que llegará pronto: el Día de Acción de Gracias. Tiempo al tiempo.

     Escribo estas líneas en el estreno del mes de diciembre. Este consumo feroz con que nos bombardean estos días, tiene mucho de obsceno y de despilfarro. Dicen que cuatro de cada diez artículos que se compran en el Black Friday al final se devuelven. Si esto es verdad la conclusión es que no los necesitábamos. Hay tradiciones propias que respetamos porque nos las hemos dado nosotros, y otras que nos son ajenas pero que hemos ido adoptando; la verdad es que somos bastante permeables a las costumbres que vienen de fuera, generalmente de EEUU pero sin aplicar ningún filtro y eso lo convierte en peligroso. Acto seguido sorprende ver el silencio de nuestros partidos e instituciones frente a estas modas llegadas de la otra parte del Atlántico. Tan solo algunos pocos intelectuales alzan la voz frente a este tipo de  invasión. Se critica la llegada de personas que únicamente buscan un futuro mejor, pero nada se dice de esta penetración cultural ajena a nuestras tradiciones. ¿Es el precio de la globalización? Qué pena!

     Ahora que pronto llegan las fechas navideñas, en mi tierra tenemos un querido personaje que todos los años nos visita: es el Olentzero. La leyenda dice que es un carbonero que vive en el monte y que el día de Nochebuena baja a la ciudad para traer regalos a los niños, y ya de paso aprovechar para comer y beber. No viene solo sino que está acompañado por un numeroso séquito que recorre las principales calles de las ciudades. Se puede ver bueyes, ocas, burros, ovejas, patos, etc y también txistularis y acordeonistas que cantan y bailan bajo la atenta mirada de niños y mayores que llenan las aceras. Es la fiesta en la que se reivindica la forma de vida y costumbres de los euskaldunes que viven en zonas de la montaña y en caseríos.

     Según opinión que casi todos los estudiosos recopilaron, el Olentzero nació en la villa de Lesaka (Navarra) para trasladarse luego a todo el País  Vasco. Es una tradición mitológica que coincide con el solsticio de invierno. A la llegada del cristianismo éste la hizo suya. Antropólogos como  Julio Caro Baroja, Barandiarán y otros especialistas recopilaron material sobre mitología popular y ya en 1967 elaboraron un video-documento que recoge la tradición del Olentzero. El primero que se celebró en Pamplona fue en 1957 aunque tuvo que vencer numerosos obstáculos porque el Gobernador Civil que lo consideraba un “acto profano”. Hoy día es un acto multitudinario y entrañable que cuenta con el respaldo de una amplia mayoría social.