jueves, 1 de agosto de 2024

Baztandarren Biltzarra

 

     Quiero comenzar hablando de todas esas personas que en su día  tuvieron una intuición, una visión, una idea o como queramos llamarlo, y que gracias a ellas disfrutamos hoy de espacios que se manifiestan en formas de vida compartidas por toda una comunidad. Da lo mismo que uno se refiera a la cultura, al deporte, a la política, a la ciencia, etc. Siempre hay una persona impulsora, con una clara visión de futuro que es el inicio a un tiempo mejor o a una tradición que con el tiempo se consolida. En la política me viene a la mente la figura de Jacques Delors, padre fundacional de la Unión Europea; un hombre adelantando a su tiempo, artífice de la moneda única, de la supresión de fronteras y de la libre circulación de personas y mercancías. ¿Quién duda de que nuestro presente es mucho mejor a la hora de viajar por Europa? Tal vez en un futuro se consiga la unión política: los estados unidos de Europa. Es un objetivo muy difícil porque la UE a día de hoy la componen cerca de treinta países, cada una con su idioma, cultura e historia particulares y los acuerdos que se plasman no es sino después de largas y difíciles negociaciones.

     En el caso que hoy nos ocupa, esta persona se llamaba Ana María Marín, persona de referencia en la vida cultural y social del Valle de Baztán, pintora y concejala, amiga de artistas como Oteiza, Sáenz de Oiza o Paco Ibáñez a quienes invitaba a participar en exposiciones y actos culturales. Ella fue la principal impulsora de una fiesta, el Baztandarren Biltzarra, que se celebra todos los años en Elizondo (Navarra), capital del Valle de Baztán. Fue además concejala desde 1966 hasta 1974 e impulsó el Museo Etnográfico y la Coral de Elizondo. La fiesta consiste en un día de mercado que incluye el desfile de carrozas, una por cada uno de los quince pueblos que integran el valle, en las que enumera sus reivindicaciones, sus denuncias, aspiraciones, etc, al tiempo que exhibe y da a conocer las formas de vida de una colectividad. La música y el baile acompañan durante el recorrido el desfile de carrozas ante una multitud que se congrega, venida de los alrededores y también de la capital. Para que nada faltara, un suave sirimiri nos acompañó durante todo el festejo pero eso no impidió que las calles y plazas se encontraran repletas de público. La de este año ha sido la 61 edición y en sus comienzos tuvieron que luchar contra la represión y la dictadura franquista, que no veía con buenos ojos la reivindicación del idioma y la cultura vascas en una fiesta que comenzaba a consolidarse entre la población. En el desfile de este año las carrozas han presentado temas concretos como la emigración a EEUU de pastores pirenaicos durante la segunda mitad del S. XIX o el contrabando cruzando la frontera como forma de vida tras los duros años de la guerra civil, o el proceso de fabricación de tejas, de calzado, etc.

     Sin embargo, a día de hoy, uno de los principales problemas que arrastran desde hace años los pueblos enclavados en los valles pirenaicos es su paulatina despoblación. La vida tradicional basada en torno a la ganadería y el pastoreo ya no seducen a los más jóvenes, atraídos por las nuevas formas de vida que ofrece la capital; además sus aspiraciones no coinciden con las de sus antepasados. Es evidente que sin la ayuda de las administraciones públicas el futuro es bastante incierto. En el momento de escribir estas líneas saltan a los titulares informativos las noticias de que varias ciudades españolas se rebelan contra un tipo de turismo depredador que encarece la vida de los ciudadanos y agota los servicios públicos. Me pregunto para cuándo una política estatal de cara al exterior poniendo en valor enclaves poco conocidos con el fin de revitalizar comarcas que están perdiendo población, basadas en el valor paisajístico, el folclore, tradiciones y gastronomía locales, así como ayudas y ventajas fiscales para las empresas que se instalen en esos territorios. Desde hace varios años se viene escuchando por parte de los analistas que el modelo de sol y playa ya se encuentra agotado, pero al mismo tiempo seguimos levantando hoteles y concediendo licencias de pisos turísticos en zonas ya de por sí muy tensionadas.

     Precisamente las personas más jóvenes de la comarca de Baztán se han levantado contra ese modelo turístico boicoteando la construcción de casi trescientas viviendas, un hotel y un campo de golf proyectados en su entorno. El turismo sin control, invasivo y depredador es malo allí donde se instale, ya sea en la costa o en el monte rodeado de naturaleza. En nuestro país contamos con valles, territorios y comarcas que tendrían una gran acogida turística regulada. El Valle de Baztán es una de ellas.