La selva del Darién es una región de
Panamá que cada año atraviesan miles de migrantes en busca del anhelado sueño
de Eldorado que para ellos significa llegar a EEUU. Hablar del Darién es hablar
de una de las travesías más peligrosas del mundo: picaduras de mosquitos y
serpientes, enfermedades, robos, tráfico de personas, violaciones y hambre. Los
organismos internacionales, léase Gobiernos de la región, ONU, Corte Penal
Internacional, etc no moverán ficha por ellos porque su único delito es ser
pobres. Quienes se adentran en la selva son los mismos que semanas más tarde se
subirán a la Bestia, el tren de la muerte que une Méjico con la frontera
de EEUU viajando en la parte superior de los trenes sujetos con bridas y
cuerdas para no caer en las vías cuando se queden dormidos. Nada será peor que
lo que dejan atrás. Hablamos de una región de Panamá pero podríamos decir otros
lugares como Somalia, Eritrea, Burkina Faso, Haití y tantos otros sitios donde
a menudo la vida es un infierno.
Joaquín (él
prefiere que le llamen Xuaco), lleva más de cuarenta años en Panamá y conoce de
primera mano la realidad del país. Es varias cosas en una sola: aventurero,
explorador, cooperante, misionero. Tiene muy claro que su Dios es el de los
pobres. Trabaja con el campesinado indígena creando cooperativas para su
autoabastecimiento abogando por un comercio justo, libre de especuladores e
intermediarios en medio de la exuberante vegetación que les rodea. Sabe bien lo
que significa la palabra esperanza porque la ha aprendido de ellos, dicen que
el que nada tiene confía en que algún día su suerte cambie. Su experiencia
vital le ha enseñado que la maldad y el horror no es privativo de quienes
cometen crímenes, sino también de los
que muestran indiferencia ante el dolor ajeno.
Hace un par de
meses recibió con sorpresa la llamada del
reportero de un equipo de la televisión sueca para realizar un programa sobre los migrantes y
las tribus indígenas que habitan en la selva panameña. Mientras se realiza la
entrevista en uno de los pasos del Darién, la cámara va recogiendo el
lamentable estado de las personas que los cruzan; sudorosos, llenos de barro,
caminando hasta el agotamiento en busca del siguiente descanso donde les espera
una pequeña red de apoyo que les facilitará agua embotellada, un plato
caliente, atención médica para curar las heridas de los más débiles y, acaso,
un refugio donde pasar la noche. A menudo los migrantes tienen que soportar la
terrible visión de gente que ha fallecido, víctima de un viaje extenuante.
Joaquín explica que uno de los problemas básicos es el de la comunicación con
otras comunidades debido a que las carreteras o caminos son deficientes porque
la selva literalmente los engulle. La única alternativa es el transporte a
través de los ríos pero las canoas son lentas y escasas. El reportaje incluye
una visita a los indios indígenas Emberá, Joaquín conoce su idioma y
habla con los jefes de la tribu y explica al entrevistador su estilo de vida y
costumbres. Los Emberá es una comunidad apegada a la tierra, defienden
su territorio frente a las amenazas que sufren por parte de los caciques
locales y las empresas multinacionales con el fin de que abandonen sus tierras
para poder realizar prospecciones en busca de gas y otros materiales. Explica
que la llegada del turismo invasor es también una amenaza para ellos puesto que
altera su estilo de vida. Todo el mundo pretender hacerse fotos con ellos,
quieren conocer sus viviendas a cambio de tabaco, alcohol, teléfonos móviles o
zapatillas de marca.
Ha pasado ya un
mes desde entonces y hay días en los que se acuesta con amargura pensando si su
trabajo sirve para algo, son momentos de flaqueza, todo el mundo los tiene.
Pero hoy ha recibido una gran noticia desde Estocolmo. Le han comunicado que
hace unos días se emitió el reportaje en
horario de máxima audiencia y que nada más terminar, la centralita se bloqueó
debido a la gran cantidad de llamadas ofreciendo ayuda material para sus
proyectos. Después de cenar, acude como es su costumbre a la mecedora,
tranquilamente enciende su pipa y piensa que en el fondo es una persona
afortunada. Sabe que la gente le aprecia y aunque su Dios a veces parece que es
un poco sordo, al final siempre le escucha.