sábado, 2 de septiembre de 2023

Adiós sin pena

 

     Tal y como suele ocurrir en la vida, a todo inicio le corresponde su final, en este caso literario, aunque tengo que decir que yo nunca imaginé que mi viaje fuera tan largo y fructífero. Empecé este blog unos meses antes del inicio de la pandemia y, lo que en un principio pensé que sería algo coyuntural, se convirtieron en cuatro años (cuarenta y ocho meses consecutivos), de contar historias, cuentos, microrrelatos y vivencias, casi un centenar. Confieso que he disfrutado mucho, hasta el punto de que a veces me levantaba de la cama de madrugada con el fin de añadir la frase adecuada o para sustituir  una palabra que no se ajustaba a los que yo quería expresar.

     Quiero aprovechar y dar las gracias a quienes han tenido la paciencia de leerme; han sido dos mil visitas, correspondientes la mayoría a familiares y a mi círculo de amistades más próximo las que se han acercado a este blog sin el respaldo y difusión de las redes sociales. Imagino que mucha gente que desconozco se habrá colado en el universo de internet, porque de otra forma no me salen las cuentas.

     En estos momentos ignoro qué nuevo reto vendrá después, pero ante todo debo decir que el hecho de escribir me mantiene despierto y activo. Crear historias me parece siempre fascinante, saber contarlas es algo mágico. Yo solo soy un advenedizo, un  aprendiz cuyo único mérito consiste en ser perseverante y tozudo. La historia de la humanidad es la capacidad que han tenido todos los pueblos de crear narraciones maravillosas, desde “Las mil y una noches” de persas y árabes y la influencia que han ejercido en Occidente, pasando por los clásicos Chejov, Poe, Wilde, London, Dickens y tantos otros hasta los cuentos infantiles y canciones de cuna de nuestros días. A veces me preguntan si lo  que escribo son hechos reales o ficción. La ficción no resta valor a la escritura o a un género literario, al contrario. Estamos demasiado acostumbrados al cine cuando nos dicen que tal historia “está basada en hechos reales”. Las que no lo están ¿pierden valor? En absoluto, no son reales pero pueden ser verosímiles.

     Cierro este blog con la esperanza de que hayáis disfrutado o, al menos dejado sorprender  por algunas de las propuestas. También para mí ha sido una experiencia positiva. Nunca hubiera imaginado que pudiera tener lectores en lugares tan dispares como Guatemala o Canadá. Estoy convencido de  que todo el mundo tiene una historia para contar; si no lo hacemos es por alguna barrera que nosotros mismos nos hemos autoimpuesto. Yo también la tenía hasta que me liberé de ella. En todo caso fue un placer compartir estos buenos momentos. Saludos.